Beltrán se subió el cuello del abrigo, no le hacía falta pero lo hizo de todas maneras. El viento gélido de esa madrugada de Febrero no le afectaba pero se había acostumbrado a copiar los gestos de los demás para pasar desapercibido y así lo hizo en ese momento.
Miró a ambos lados de la calle y no vio a nadie apetecible. Parejas entrelazadas, grupos de amigos, ningún alma solitaria que necesitara su agradable compañía.
Decidió bajar a la Puerta del Sol, por allí pululaban muchachos y muchachas en busca de clientes. Aunque prefería que sus compañías no fueran profesionales, si no había más remedio como parecía que iba a ser esa madrugada, tendría que aceptarlo.
Paseó por la Puerta del Sol mirando aquí y allá, buceando en los ojos que se cruzaban con los suyos, sin encontrar la chispa que necesitaba, así que encaminó sus pasos hacia Huertas.
Al llegar allí comprobó que aquello estaba como siempre, hasta la bandera. Gente entrando y saliendo de los pubs, voceando y riendo sin importarles que fueran las cuatro de la mañana y que los sufridos vecinos de la zona madrugasen a la mañana siguiente.
Delante de él, entre otros, iba un grupo de chicas. Las siguió sin muchas esperanzas hasta que pararon delante de uno de los pubs. La puerta se abrió dejando salir a dos chicos y a una música estridente, que hirió sus delicados oídos. “Por favor, que no entren ahí” pensó Beltrán.
Una de las chicas negó con la cabeza, y las demás la miraron extrañadas. “¿Qué pasa Toñi?” le preguntó una de las amigas. “Qué yo ahí no entro. Seguro que está Javi y no quiero verlo”.
“¡Pero bueno, tu eres tonta, pues si está Javi pasas de él, como él pasa de ti!” le contestó otra de las muchachas.
“Qué no entro” respondió negando con la cabeza machaconamente. “Pues yo sí, así que ya sabéis, la que quiera que venga y si no…”
¡Muy bien, pues entrad, yo me voy a mi casa! –exclamó Toñi muy enfadada, y dándose la vuelta tropezó con “el hombre más guapo que había visto nunca” pensó la muchacha mientras le miraba extasiada.
“Vaya amigas que tienes” le dijo Beltrán con una media sonrisa.
Toñi se puso colorada e intentó defender a sus amigas “No, si son muy majas, pero es que….” Y no supo continuar con su defensa.”La verdad es que son unas guarras, me han dejado tirada como a una colilla, pero paso de ellas”.
“Te invitaría a una copa, pero he oído que te vas a casa” le ofreció Beltrán sugerente.
“Yo no bebo alcohol” contestó Toñi sin saber que hacer. “Mejor” pensó Beltrán “Mas pureza para mi”.
“Anda vente, vamos a ese pub de ahí abajo, ponen una música tranquila y se puede charlar sin dar gritos” le dijo el muchacho abriéndole camino.
Toñi comenzó a andar a su lado, contenta porque un hombre así quisiera charlar con ella, y a la vez preocupada porque era la primera vez en su corta vida que le ocurría algo parecido.
Entraron al pub y la chica se sorprendió con el ambiente que allí reinaba. Mesas ocupadas por parejas y grupos que hablaban en voz baja, una luz tenue que surgía de pequeñas lámparas de cristal que había en los centros de las mesas, y una música que sólo había oído el día de Año Nuevo, en el concierto que invariablemente sus padres escuchaban todos los años, despertándola a ella y a sus hermanos sólo un par de horas después de haberse acostado.
Emocionada se sentó a la mesa que le indicó el muchacho, y después de pedir sus bebidas, comenzaron a charlar.
Beltrán llevaba la voz cantante, Toñi se limitó a escuchar las aventuras que le contaba y a contestar casi con monosílabos cuando le hacía alguna pregunta. Cuando la chica miró el reloj y vio la hora, dio un respingo y dijo que tenía que irse, “Mi padre me va a matar” le susurró a Beltrán.
“No creo” pensó él, mientras tragaba la saliva arremolinada en su boca. “Te acompaño a tu casa. Paramos un taxi y en un momento estamos allí”
Toñi le miró embelesada y pensó que se estaba enamorando de él. Beltrán pagó, le ayudó a ponerse el abrigo, le abrió la puerta y al salir del establecimiento, tomó su mano. Ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, en parte por la emoción y porqué las manos de Beltrán estaban heladas.
En el taxi él siguió contándole anécdotas de su vida, y en un semáforo en rojo, se acercó a ella y la besó ligeramente en la boca. Sus labios estaban más fríos aún que sus manos, pero a ella no le importó y deseó que continuara, pero no lo hizo.
El taxi paró en una esquina y se bajaron de él. Toñi le guió hasta una pequeña plaza donde sólo había un par de farolas escasamente iluminadas. Se paró en un portal un tanto desvencijado y abrió la puerta, se volvió para despedirse de él, y Beltrán la besó de nuevo, ésta vez profundamente. Toñi creyó que iba a desmayarse de placer, e involuntariamente sus brazos se cerraron en torno al cuello de él.
Beltrán la empujó con suavidad sin dejar de besarla, y entraron al portal. Se dirigieron al oscuro rellano de la escalera sin soltarse, y allí el beso se volvió más apasionado.
Toñi notó las manos de Beltrán recorriendo su cuerpo, llegando hasta el cuello y acariciándoselo. Su boca se separó de la de ella y se dirigió a esa zona tan sensible entre la oreja y el hombro, ahí donde su vena más palpitaba, y mordió al principio con dulzura, pero después Toñi notó que la boca de Beltrán se abría y luego un profundo mordisco. No le dolió ni siquiera cuando notó que la sangre salía a borbotones y que Beltrán bebía ávido de ella.
Hoy es una noche cálida para ser finales de abril, la primavera parece que quiere llegar antes de tiempo. Beltrán camina solitario por Huertas, hacía varios meses que no iba por allí. Hay que darle tiempo al tiempo, no es prudente cazar por los mismos sitios con frecuencia.
Llega hasta el pub de la música estridente y entra. ¡Quién sabe que puede encontrar allí¡
Se acerca a la barra y pide una botella de agua mineral, y mientras se la sirven contempla con ojos de cazador su entorno. Un guapo muchacho le observa a su vez y sus miradas se cruzan. Coquetean así hasta que el camarero le sirve su agua, y entonces toma el vaso y se acerca a donde está el muchacho.
No le da tiempo ni a saludarle. Un energúmeno furioso le empuja contra la barra y le grita escupiéndole saliva mientras lo zarandea “¡Cabrón ese es mi novio! Cuando va a responderle siente un pinchazo doloroso debajo de las costillas, y asombrado baja la cabeza para comprobar que está sangrando, ¡Sangrando a chorros! -¡No puede ser!-piensa-¡Soy un vampiro, los vampiros no sangramos!
Mientras está en el suelo agonizando, rodeado de la gente que le contempla esperando la llegada del samur, su fino oído de vampiro escucha una conversación entre dos muchachas.
¡No vuelvo aquí, este sitio trae mala suerte! Dice una de ellas.
¡No digas tonterías, cómo va a traer mala suerte! Contesta la otra.
¡Qué no! primero lo de Toñi ¿O es que no te acuerdas que fue aquí donde estuvimos la noche que murió? Y ahora lo de este tío. ¡Yo aquí no vuelvo!.
Es verdad ¡Pobre Toñi! Ah, hoy he ido a su casa a ver a su madre, y por si no fuera poco lo de Toñi, ahora otra desgracia. El hermano pequeño está ingresado, por lo de su problema.
¿Qué problema? Pregunta la otra muy interesada.
¿Pero no lo sabes? Los hermanos de Toñi tienen una enfermedad, esa de los reyes, sí tía ¡La hemofilia! Es una enfermedad que transmitimos las mujeres pero nosotras no la sufrimos, sólo los hombres…..
Las voces de las chicas se van apagando lentamente en los oídos de Beltrán, mientras un último pensamiento surge en su cerebro “Bonita venganza, pequeña”
Etiquetas: Relatos