Puta física
-¿Se va a sentar?- La mujerona se aprieta contra Javier mientras le hace la pregunta. Intentando no dejar ni un pequeño resquicio por donde pueda colarse cualquiera de los que están cerca.
-¿Qué? ¡No, no, siéntese usted!- Contesta Javier sobresaltado y le deja sitio para que pase.
Mientras la mujer se esfuerza por colocarse bien el vestido que se le ha quedado arrugado al sentarse, Javier la mira sin verla, abstraído en sus pensamientos que siguen en Carmen. La imagina allí, arropada por las sábanas, esas sábanas tan blancas y rasposas; blancas como las paredes, como el propio rostro de Carmen, y el sentimiento de culpa vuelve a cubrirle por completo.
Y comienza a hacerse los mismos reproches que lleva haciéndose desde hace dos meses cuando tuvieron el accidente y Carmen no despertaba, no abría los ojos, por más que él la llamaba-¡Carmen, cariño, abre los ojos!¡Ya viene el 112, Carmen, ¡Por Dios abre los ojos de una puta vez!
Pero Carmen no le escuchaba, y siguió sin escucharle en la ambulancia, donde el sonido estridente y machacón de la sirena se metía hasta el último poro de la piel. Y siguió sin abrirlos en urgencias, ni en la UCI, ni ahora, en esa habitación tan blanca.
Y él no sabía que hacer, como ayudarla a que volviera. Los médicos decían que había posibilidades para que saliera del coma. Una enfermera bienintencionada le había comentado que algunos pacientes respondían a la voz de las personas cercanas a ellos. Pero Javier había agotado sus palabras y cuando entraba en la habitación lo único que hacía era tomar su mano y esperar, y pensar y echarse la culpa de todo.
-Si no hubiera ido tan deprisa…, si hubiera obligado a Carmen a ponerse el casco.¿Por qué no la hice caso y fuimos en metro.¡Los viernes hay tanto tráfico! Me decía…
Javier sale de su ensimismamiento y se da cuenta que ha llegado a su parada. Baja deprisa y se dirige a ese odiado hospital. Hasta llegar a la habitación se cruza con varias enfermeras que le conocen. Una de ellas, la más amable y simpática, se para y le saluda.
Parece algo nerviosa y Javier le pregunta con miedo-¿Pasa algo?-La enfermera le da un apretón en el brazo y sonríe-El doctor Jiménez quiere hablar contigo-¿Pero, es algo malo? Pregunta Javier alterado-Tranquilo Javier, es sobre el resultado de unos análisis, no te asustes, no es..-dice con duda-..malo.
Javier le da las gracias y entra en la habitación. Se acerca a la cama y besa con suavidad la frente fría de Carmen, como siempre ella no responde al beso. Media hora después aparece el doctor Jiménez acompañado por otra doctora que Javier no conoce. Con renuencia se acerca a ellos y les pregunta-¿Qué ocurre? ¿Qué pasa con esos análisis?
-Javier, no te alteres. El estado de tu mujer en general es el mismo, ya te hemos dicho que es muy difícil que salga del coma y que deberías estar preparado para lo peor. Pero ha surgido algo que no esperábamos. Una enfermera notó que el abdomen de tu mujer estaba muy duro y nos lo comunicó. Decidimos hacerle una ecografía, para descartar una oclusión intestinal y comprobamos que está embarazada. No te voy a engañar, no entiendo como no nos hemos dado cuenta antes, ha sido un fallo garrafal.
Javier atónito no sabe que decirle al médico, y farfulla algunas palabras ininteligibles. Los dos médicos, se deshacen en explicaciones sin sentido y después salen al pasillo, dejando a la pareja solos. Se sienta en el incómodo sillón que está al lado de la cama, y mira a su estática mujer. Se inclina hacia ella, y posa con suavidad la cabeza en su vientre y no sabe por qué, se le viene a la cabeza la señorita Claudia, la profe de física en cou, cuando les explicaba las leyes de Newton, esa que dice que todo acción tiene su reacción, y recuerda la noche en la que después de haber estado con sus amigos ahogando sus penas en alcohol, fue a visitar a su mujer, y la borrachera unida a la soledad que sentía, le llevó a tumbarse en su cama, a besar su labios resecos, a buscar una respuesta a sus caricias, y la oscuridad y el silencio del hospital hicieron el resto.
-¿Qué? ¡No, no, siéntese usted!- Contesta Javier sobresaltado y le deja sitio para que pase.
Mientras la mujer se esfuerza por colocarse bien el vestido que se le ha quedado arrugado al sentarse, Javier la mira sin verla, abstraído en sus pensamientos que siguen en Carmen. La imagina allí, arropada por las sábanas, esas sábanas tan blancas y rasposas; blancas como las paredes, como el propio rostro de Carmen, y el sentimiento de culpa vuelve a cubrirle por completo.
Y comienza a hacerse los mismos reproches que lleva haciéndose desde hace dos meses cuando tuvieron el accidente y Carmen no despertaba, no abría los ojos, por más que él la llamaba-¡Carmen, cariño, abre los ojos!¡Ya viene el 112, Carmen, ¡Por Dios abre los ojos de una puta vez!
Pero Carmen no le escuchaba, y siguió sin escucharle en la ambulancia, donde el sonido estridente y machacón de la sirena se metía hasta el último poro de la piel. Y siguió sin abrirlos en urgencias, ni en la UCI, ni ahora, en esa habitación tan blanca.
Y él no sabía que hacer, como ayudarla a que volviera. Los médicos decían que había posibilidades para que saliera del coma. Una enfermera bienintencionada le había comentado que algunos pacientes respondían a la voz de las personas cercanas a ellos. Pero Javier había agotado sus palabras y cuando entraba en la habitación lo único que hacía era tomar su mano y esperar, y pensar y echarse la culpa de todo.
-Si no hubiera ido tan deprisa…, si hubiera obligado a Carmen a ponerse el casco.¿Por qué no la hice caso y fuimos en metro.¡Los viernes hay tanto tráfico! Me decía…
Javier sale de su ensimismamiento y se da cuenta que ha llegado a su parada. Baja deprisa y se dirige a ese odiado hospital. Hasta llegar a la habitación se cruza con varias enfermeras que le conocen. Una de ellas, la más amable y simpática, se para y le saluda.
Parece algo nerviosa y Javier le pregunta con miedo-¿Pasa algo?-La enfermera le da un apretón en el brazo y sonríe-El doctor Jiménez quiere hablar contigo-¿Pero, es algo malo? Pregunta Javier alterado-Tranquilo Javier, es sobre el resultado de unos análisis, no te asustes, no es..-dice con duda-..malo.
Javier le da las gracias y entra en la habitación. Se acerca a la cama y besa con suavidad la frente fría de Carmen, como siempre ella no responde al beso. Media hora después aparece el doctor Jiménez acompañado por otra doctora que Javier no conoce. Con renuencia se acerca a ellos y les pregunta-¿Qué ocurre? ¿Qué pasa con esos análisis?
-Javier, no te alteres. El estado de tu mujer en general es el mismo, ya te hemos dicho que es muy difícil que salga del coma y que deberías estar preparado para lo peor. Pero ha surgido algo que no esperábamos. Una enfermera notó que el abdomen de tu mujer estaba muy duro y nos lo comunicó. Decidimos hacerle una ecografía, para descartar una oclusión intestinal y comprobamos que está embarazada. No te voy a engañar, no entiendo como no nos hemos dado cuenta antes, ha sido un fallo garrafal.
Javier atónito no sabe que decirle al médico, y farfulla algunas palabras ininteligibles. Los dos médicos, se deshacen en explicaciones sin sentido y después salen al pasillo, dejando a la pareja solos. Se sienta en el incómodo sillón que está al lado de la cama, y mira a su estática mujer. Se inclina hacia ella, y posa con suavidad la cabeza en su vientre y no sabe por qué, se le viene a la cabeza la señorita Claudia, la profe de física en cou, cuando les explicaba las leyes de Newton, esa que dice que todo acción tiene su reacción, y recuerda la noche en la que después de haber estado con sus amigos ahogando sus penas en alcohol, fue a visitar a su mujer, y la borrachera unida a la soledad que sentía, le llevó a tumbarse en su cama, a besar su labios resecos, a buscar una respuesta a sus caricias, y la oscuridad y el silencio del hospital hicieron el resto.
Etiquetas: Relatos
3 Comments:
Jo...
¿que?
jo...que duro
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