miércoles, julio 11, 2007

El tren

Ya viene-se dijo Fotunato mientras con los ojos cerrados, sentía en su cara el estremecimiento de los raíles; apoyándose en una mano se levantó y salió de las vías.
Se quedó a cierta distancia de ellas, desde donde podía vislumbrar las siluetas de los viajeros en las ventanillas y a la vez sentir el golpe de aire que dejaría el paso del tren.
Como cada día vio llegar el Avant que cubría el trayecto Madrid-Puertollano, como cada día saludó con la mano al paso del tren, como cada día dio un pequeño suspiro al ver como el tren se alejaba igual que una bala.
Dio media vuelta y se dirigió hacia las tierras, al llegar allí se subió al viejo tractor verde y continuó su trabajo, aunque su cabeza seguía dándole vueltas al tren.
Se preguntaba si tendría la suerte de que le admitieran en Renfe. Hacía ya más de cuatro meses que había enviado la solicitud para el trabajo de revisor. Daría lo que fuera por trabajar allí, poder viajar, conocer otras ciudades, dejar la monotonía de su pueblo y de los campos atrás.
Miró el reloj que colgaba del salpicadero y vio que era ya la hora de comer. Apagó el motor del tractor, se caló la gorra y se dirigió hacia su casa. Sultán y Mora le esperaban en el camino; los perros trotaron alegres hasta él, y jugando con ellos recorrió el corto paseo que le separaba hasta la pitanza.
Cuando entró los viejos ya estaban sentados a la mesa. Su padre comía sin levantar la vista del plato, y sólo dio un gruñido cuando él se sentó. La madre se levantó presurosa y trajo su plato que reposaba al calor de la lumbre.
Empezó a comer con el runrún de la televisión que su madre contemplaba mientras comía. Al terminar su padre le preguntó-¿Cómo va el sembrao?- Ahí va, bien-respondió Fortunato., levantándose de la mesa.
Se sentó en el sofá disponiéndose a dormir la siesta, cuando su madre que recogía la mesa, le dijo-¡Fortu, hijo, que se me había olvidao, que t’a llegao una carta!.
Se incorporó del sofá y rasgó el sobre de la carta con premura, mientras la madre le observaba; al ver la cara de sorpresa de Fortu, le preguntó con algo de miedo-¿Qué quieren los de Renfe?¿No querrán echarnos de las tierras?
-No madre, no se preocupe no es eso. ¡Es que me contratan! ¡Me dan un trabajo de revisor en el tren¡-le dijo el chico, levantándose y abrazándola.
-Entonces…¿Te marchas de casa?
-Marcharme, marcharme…. Tendré que vivir en Madrid o en Puertollano, digo yo, no sé-Fortunato miró la cara preocupada de su madre-Mire, tengo que ir a Madrid, allí ya me dirán, pero no se disguste madre, Puertollano está muy cerca…

Fortunato estaba muy contento, en el autobús que le traía de vuelta al pueblo, leía y releía el contrato que había firmado. En quince días debía incorporarse a su puesto,¡revisor en el Talgo! Mejor que el Avant.
Cuando llegaron al pueblo, miró por la ventanilla buscando a su madre, pero no estaba. Le extrañó que no estuviera esperando pero no le dio más importancia. Cuando llegó a su casa la puerta estaba cerrada y eso le extrañó más. Se acercó a casa de la vecina, y cuando ésta le vio, corrió a abrazarle y se echó a llorar.
-¡Ay Fortu, hijo mío, que desgracia más grande! Le dijo gritando.
-¿C’a pasao señá Paca?-le preguntó asustado.
-¡Ay tu pobre padre que se l’an llevao al hospital de Puertollano! ¡Que le dio un vahído cuando estaba labrando, y no sabemos ná desde entonces!
Fortunato salió corriendo y fue a buscar a Ramón, le convenció para que cerrara el bar y le llevara a Puertollano en su coche.

El muchacho y su madre cogidos de la mano observaron como bajaban el ataúd, el cura daba un responso y después de recibir los pésames de todo el pueblo, bajaron la cuesta del camino del cementerio hasta su casa.
Al llegar allí se sentaron alrededor de la mesa. Su madre suspiró y le miró-¿Cuándo te vas a ir?-le preguntó con lágrimas en los ojos.
-No se madre. Ya veremos-le contestó Fortu sin mirarla.

Fortunato comprueba el reloj que cuelga del salpicadero, son las doce. Mira hacia las vías del tren y ve pasar el Avant como una centella. Pone en marcha el tractor y continúa arando las tierras.

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3 Comments:

Blogger Julius Contreras said...

Ufff, que historia más frustrante. Que duro tener que renunciar a los sueños. Allí es donde se ve el amor a los nuestros.
Buen relato. Saludos.

4:20 p. m.  
Blogger J.S. Zolliker said...

Caray, ahora no me gustó. No me gustó, porque me dejó con un mal sabor de boca (supongo es parte de la intención?). Pero de que está bien escrito, eso sin duda. Felicidades!

7:28 a. m.  
Blogger Morgaana said...

Es que la vida a veces es así de frustrante ¿no?

11:27 a. m.  

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