La carretera
Cipriano observaba como Cleta cruzaba de un lado a otro de la carretera, corriendo como una loca.
“Puta cabezona” pensó Cipri, mientras a su rostro asomaba algo que se parecía a una sonrisa “Todos los días igual, que sacará la cabrona de andar cruzando la carretera, digo yo. Bueno que más da, si ella es feliz así”, y se ajustó la gorra sobre los ojos para protegerlos del sol, que a esa hora pegaba de firme en la carretera 109.
A lo lejos vio el tractor del Sebastián, lanzó un silbido y Cleta se volvió. “¡Cuidao, que viene el Sebas, ojito al cruzar!” le gritó.
Cuando el tractor llegó a su altura, Sebas le saludó con un gesto y le preguntó “¿Qué, sacando de paseo a la Cleta?”
“Ya ves, aquí andamos” le contestó Cipri, mientras Cleta miraba con simpatía al conductor.
“Luego te veo en la partida” se despidió Sebastián.
. Nunca había sido un gran conversador, como tampoco lo eran la mayoría de la gente del pueblo, conversaciones escuetas para vidas sencillas, pero con Cleta era diferente. Desde que estaba con él, sus días antes monótonos se habían convertido en alegres y amenos, A ella le podía contar todo lo que se le ocurría. Siempre le prestaba atención cuando le hablaba, aunque fuera de lo mal que se le habían dado ese año la cosecha de tomates.
En eso andaba pensando el bueno de Cipriano, cuando oyó un rugido aterrador. Miró hacia la derecha de la carretera y un destello plateado hirió sus ojos, miró hacia el frente y vio a Cleta que se disponía a cruzar.
Un alarido surgió de su garganta ¡”NOOOOO”! Cleta le miró y fue lo último que sus dulces ojos vieron.
Cuando Cipriano abrió los suyos, la humareda que le envolvía era lo único que quedaba del automóvil plateado, y el cuerpo inmóvil de Cleta en la carretera.
Se arrodilló a su lado, y lloró como nunca lo había hecho. Mientras lloraba una negra nube inundó su cabeza. Se limpió las lágrimas de un manotazo y tomando el cuerpo bienamado se dirigió hacia el pueblo.
Sabía muy bien a quién pertenecía el coche. El único que se podía permitir esos lujos por allí era el hijo del alcalde, y cuando llegó al pueblo fue hasta la plaza. Los vecinos con los que se cruzaban miraban con gesto de asombro y lástima al pobre Cipriano.
Antes de llegar a la plaza, justo en la esquina vio el auto estacionado delante del bar de Jerónimo, y entró.
El malnacido del Quino estaba en la barra junto a una muchacha que Cipri no conocía, besándola. Un dolor insoportable recorrió el corazón de Cipriano al recordar las noches dulces al lado de Cleta.
Jerónimo al otro lado de la barra le vio y el gesto de su cara hizo que Quino y la muchacha también miraran.
“¡Hombre Cipriano, ven que te presento a mi novia!”Le dijo un sonriente Quino.
“¡Cabrón¡” le gritó Cipriano descompuesto “Cabrón que me has matao a la Cleta” dijo mientras nuevas lágrimas recorrían su cara.
La muchacha miró con extrañeza a Quino, que asombrado también, pugnaba por contener una carcajada.
¡Cipriano, la culpa es tuya!¡Quién te manda sacar a pasear la gallina a la carretera!
“Puta cabezona” pensó Cipri, mientras a su rostro asomaba algo que se parecía a una sonrisa “Todos los días igual, que sacará la cabrona de andar cruzando la carretera, digo yo. Bueno que más da, si ella es feliz así”, y se ajustó la gorra sobre los ojos para protegerlos del sol, que a esa hora pegaba de firme en la carretera 109.
A lo lejos vio el tractor del Sebastián, lanzó un silbido y Cleta se volvió. “¡Cuidao, que viene el Sebas, ojito al cruzar!” le gritó.
Cuando el tractor llegó a su altura, Sebas le saludó con un gesto y le preguntó “¿Qué, sacando de paseo a la Cleta?”
“Ya ves, aquí andamos” le contestó Cipri, mientras Cleta miraba con simpatía al conductor.
“Luego te veo en la partida” se despidió Sebastián.
. Nunca había sido un gran conversador, como tampoco lo eran la mayoría de la gente del pueblo, conversaciones escuetas para vidas sencillas, pero con Cleta era diferente. Desde que estaba con él, sus días antes monótonos se habían convertido en alegres y amenos, A ella le podía contar todo lo que se le ocurría. Siempre le prestaba atención cuando le hablaba, aunque fuera de lo mal que se le habían dado ese año la cosecha de tomates.
En eso andaba pensando el bueno de Cipriano, cuando oyó un rugido aterrador. Miró hacia la derecha de la carretera y un destello plateado hirió sus ojos, miró hacia el frente y vio a Cleta que se disponía a cruzar.
Un alarido surgió de su garganta ¡”NOOOOO”! Cleta le miró y fue lo último que sus dulces ojos vieron.
Cuando Cipriano abrió los suyos, la humareda que le envolvía era lo único que quedaba del automóvil plateado, y el cuerpo inmóvil de Cleta en la carretera.
Se arrodilló a su lado, y lloró como nunca lo había hecho. Mientras lloraba una negra nube inundó su cabeza. Se limpió las lágrimas de un manotazo y tomando el cuerpo bienamado se dirigió hacia el pueblo.
Sabía muy bien a quién pertenecía el coche. El único que se podía permitir esos lujos por allí era el hijo del alcalde, y cuando llegó al pueblo fue hasta la plaza. Los vecinos con los que se cruzaban miraban con gesto de asombro y lástima al pobre Cipriano.
Antes de llegar a la plaza, justo en la esquina vio el auto estacionado delante del bar de Jerónimo, y entró.
El malnacido del Quino estaba en la barra junto a una muchacha que Cipri no conocía, besándola. Un dolor insoportable recorrió el corazón de Cipriano al recordar las noches dulces al lado de Cleta.
Jerónimo al otro lado de la barra le vio y el gesto de su cara hizo que Quino y la muchacha también miraran.
“¡Hombre Cipriano, ven que te presento a mi novia!”Le dijo un sonriente Quino.
“¡Cabrón¡” le gritó Cipriano descompuesto “Cabrón que me has matao a la Cleta” dijo mientras nuevas lágrimas recorrían su cara.
La muchacha miró con extrañeza a Quino, que asombrado también, pugnaba por contener una carcajada.
¡Cipriano, la culpa es tuya!¡Quién te manda sacar a pasear la gallina a la carretera!
Etiquetas: Relatos
10 Comments:
Joer... mira que hay que ser cabeza dura, pero es cuestion de enfoques, las ultima lineas son increibles.
Saludos ya ando de vuelta
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra
hombre me alegro de verte Enigma. Has estado muy ocupado ¿eh?
entre esto y el final de "Los santos inocentes" no se con cual quedarme.
Me encantan tus historias
Un saludo
ja ja ja... muy buena. Me has sacado una sonrisa entre mis preocupaciones mundanas.
Buenas tus historias...
Gracias señores, se agradece que le digan a una ésto.
Jajaja, excelente, me sorprendio el final.
Sigue escribiendo guapa!
Yo estoy mejor, aun estresada, pero ya saliendo.
Un besote!
Mira Morgaana...podria pensar algun comentario original que ponerte, pero es que volveria a copiar lo que dice escarlata...y mira qeu yo soy de esos de rictus serios y sonrisas contadas ;)
R.I.P. Cleta.
jjaj, gracias Javi, con lo que has dicho me basta.
Lety contra el estress, iba a decir una vulgaridad, mejor no te lo digo
Jajaja, dimeeee, ya me dejaste con la curiosidad.
Besos!
Te lo dire si te veo en el messenger.....
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