martes, marzo 27, 2007

Cuestión de altura

El abogado miró a Elena sorprendido "No entiendo porqué quiere denunciar a su compañero. No creo que se pueda considerar acoso que le diga todos los días qué bien te huele el pelo"

Elena le miró con desprecio y le contestó "Es que mi compañero es enano"

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miércoles, marzo 21, 2007

Tremendo video

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martes, marzo 20, 2007

Sin casa pero con perro

Me sorprendo mucho cada vez que veo a todos los "sintecho" que viven y duermen en las calles del centro de Madrid. Todos o casi todos van acompañados por animales. La mayoría perros, pero también hay alguno que llevan gatos.
Unos cuantos utilizan a los animalillos para sacar más dinero. Hay uno que se pone en la puerta del metro de Callao, todo pintado de blanco totalmente inmovil, y con su gatito de pocos meses encima de la cabeza tan inmovil como él. No se si es que el hambre aguza la inteligencia del animal y sabe que su misión consiste en no moverse, o es que le dan de desayunar alguna pildorilla que lo deja en ese estado.
También hay otro hombre que lleva tres perros y que justo en la Puerta del Sol estas navidades, los vestía de Reyes Magos,
Pero la mayoría sólo se acompaña de ellos. Y es digno de asombro comprobar que los animales están muy muy bien cuidados, mucho mejor que ellos mismos.
El que más ternura me produce es un hombre de mediana edad que tiene dos perras. Por lo general está en la calle del Carmen a la puerta de la iglesia que hay allí. Siempre que paso al mediodia le veo allí sentado en el suelo con sus dos perrillas durmiendo o jugando con él.También veo a veces a las perras esperando a la puerta de uno de esos locales de casino, mientras su amo se juega los dineros allí.
Como decía al principio me enternece que gente que lleva una vida tan dura tenga todavía un sitio en su corazón para sus animales

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jueves, marzo 15, 2007

Dia de gatos

¡Ahmmmmmmmm! Ya ha salido el sol, que gustito, me voy a estirar un rato. Me encanta estirarme, sentir crujir mi espalda cuando me pongo toda estiradita desde la punta de las orejas hasta el final del rabo y notar como asoman mis uñas.

Esta es la mejor hora del día, cuando todos en la casa duermen menos yo. Así nadie me regaña cuando me subo a la encimera de la cocina para comer las migas que cayeron al cortar el pan, ni nadie me echa del sofá.

Oigo ruidos arriba, los chicos deben estar despertando, bueno, yo los espero aquí mientras me acicalo.

-¡Mamáaaa! ¿Dónde está mi camiseta roja?....¡Noooo, no está en el armario! ¡Ya la estoy buscando y no la encuentro! ¡Mamáaaaaa, joerrrr!

Ese es Jorge, el pequeño de la casa. No le aguanto, siempre gritando. Y además es un pesado el niño, todo el día detrás de mí, tirándome del rabo y apretándome las orejas. Luego su madre me regaña cuando por defenderme le hago algún pequeño arañazo.

-Hola Pai, bonita-Esta es Cris, mi preferida. Ahora mismo está haciendo algo que me gusta mucho, pasarme toda la mano por el lomo.¡Qué gusto! Voy a ronronearle un poco a ver si me da algo de su desayuno.

Me subo a la mesa, a ella no le importa y me siento muy tiesecita con mi rabo ondulando de aquí para allá, Cris me mira y sonríe-¡Que guapa que eres!-me dice y tiene razón. Soy una gata muy guapa. No sólo porque sea una siamesa, que todo el mundo sabe que tenemos una elegancia especial, sino porque mi color es de un tostado clarito con manchas color café, y mi ojos rasgadísimos de color esmeralda. Así están todos los gatos de la urbanización, ¡loquitos por mi!

-¡Que hace la gata encima de la mesa Cris! ¡Te he dicho mil veces que no me gusta!-Y con un manotazo, me baja de la mesa, ella, mi ama, ¡Bueno, eso es lo que ella se cree!

Porque lo que no sabe esta señora, es que los gatos no tenemos dueño. Nosotros somos los dueños de la casa, y como somos magnánimos les permitimos compartir nuestra guarida. Un día de estos me va a enfadar y va a saber como me las gastos. Porqué yo soy muy pacífica, pero cuando me tocan mucho los bigotes……¡Cuidao!

¡Huy! El tonto del niño se ha dejado la puerta del jardín abierta, voy a aprovechar y salgo un rato, a ver si cazo algún pájaro. No es que necesite cazarlos para comer, estoy muy bien alimentada, entre el pienso y las “chuches” que me caen no paso nada de hambre, pero hay algo en mi que me hace desear cazar, y a falta de ratones buenos son pájaros.

Ya me he cansado de esconderme detrás de los arbustos y esperar a que algún pájaro tonto baje a darse una vuelta por el jardín. Me voy a acercar a la casa de al lado, hay vecinos nuevos y quiero ver como son.

¡Que susto me he llevado! Cuando estaba paseando por el jardín de los vecinos, ha aparecido de repente un perraco ladrando. He dado un salto y me he subido a la verja, desde allí me he quedado mirándole mientras él ladraba como un loco y daba saltos intentando cogerme.

¡Será idiota! Si además es un cachorro, no me había fijado, cuidadito conmigo perrito, que si me enfado te puedo destrozar el morrito. ¡Bah! No merece la pena. Me voy a casa.

Ya se está haciendo de noche, los niños hace rato que llegaron y están en sus habitaciones. Se abre la puerta, ya vienen los padres, me siento generosa, voy a recibirles.

-¡Qué pesada es esta gata! ¡Qué harta me tiene!- Desde luego, esta mujer se la está ganando, casi me pisa el rabo.Me quedaré en el salón mientras cenan no sea que me vaya a dar otro manotazo.

Ya se han sentado en el sofá delante de la caja que hace ruidos, no se para que hacen lo mismo todos los días, si luego se quedan dormidos. Ves, ella ya se ha tumbado y le ha puesto los pies encima a él. Me voy a acercar, él es simpático, seguro que me acaricia.

-¡Miaggg, miaggg!-Eso, eso ráscame detrás de las orejas-¡Miaaag, miaaaag! -Voy a subirme encima de él. ¡Qué duras tiene las piernas! Mejor me pongo encima de la tripa de ella, que es más blandita, con cuidado que no se despierte.

-¡Puñetera gata, me has despertado! ¡Anda, anda, ven aquí, mira que eres melosa, caradura!

En el fondo es buena chica, la voy a perdonar y dejarle que me acaricie

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miércoles, marzo 14, 2007

Viaje por la zona cero

Hoy he tenido que coger el metro y al llegar a Puerta de Arganda, que es donde hago el transbordo, el convoy tenía una avería y aquello parecía la puerta de el corte inglés el primer día de rebajas, así que aprovechando que en esa misma estación está la de cercanías he decidido tomarlo.
Mi itinerario es el mismo que el de las malditas bombas, he pasado por Santa Eugenia y el Pozo hasta llegar a Atocha. Lo reconozco, he pasado un poco de angustia, aunque me decía a mi misma que es casi imposible que un desastre pueda ocurrir dos veces en el mismo sitio.
He pensado también que los que cogieran el cercanías días después de los atentados tuvieron que pasarlo muy muy mal.
Se me ha hecho un nudo en la garganta al llegar a Atocha.
¿Alguien ha estado en Atocha en hora punta? Es un maremagnum de gente. Tuvo que ser caótico estar allí ese día.
Quiero dedicar este post los que murieron y a todos los que por una razón u otra toman todos los días el transporte público, y soportan apreturas, malas caras, malos olores, tardanzas y pisotones.
¡Que par de webos le echan todos los días!

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martes, marzo 13, 2007

Martes y 13

Yo no soy supersticiosa porque trae mala suerte

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lunes, marzo 12, 2007

Balbín me ha quitado las palabras de la boca

y como él lo explica mejor que yo....


En esta encrucijada entre la confusión política y directamente el galimatías por cuya pendiente nos deslizamos, "tengamos paciencia, que todo acabará mal". Quizá sea la agresión física, por enésima vez. Es lo único relativamente predecible.

La izquierda (¿?) calificando a sus adversarios como derecha extrema e identificándolos con la verdadera extrema derecha de tiempos de negro recuerdo, aunque no se parezcan en nada; la derecha (¿?), probando a los suyos un aparente ensañamiento hipócrita. La izquierda (¿?) arremete contra quienes se declaran eclécticos, recordando aquello de que "quien dice no ser de derechas ni de izquierdas, es que es de derechas". La derecha (¿?), que los otros están dispuestos a todo, a todo —juego sucio y trampas incluidas— con tal de llegar y mantenerse en el poder. Personalmente, me sentía de derechas o de izquierdas, y quizá por eso estoy resignado a ser calificado como dudoso por cada uno de los bandos. Me sentía. Antes. Ahora me siento más en la vorágine de la confusión. Cuando el gobierno de entonces se empeñaba en armar la tremolina bélica sin argumentos verdaderos, creía tener claro que aquello no tenía un pase. Cuando el gobierno de ahora traga nacionalismos como si eso fuera progresía, no me da exactamente la risa, sólo porque la cosa no es como para reírse. Cuando unos hablan de los otros como si hubieran desencadenado la guerra civil —aunque hayan nacido bastantes décadas después que yo, que ya nací después— y los otros de los unos por lo mudos que estaban cuando se les necesitaba y hasta por sus cambios escandalosos de chaqueta sólo en los momentos de conveniencia personal… Cuando asistimos a todo eso como si no pasara nada, no es que uno no sea de izquierdas o derechas, o que no quiera pronunciarse, sino que en cada momento específico tiene que tomar posiciones supuestamente contradictorias, porque siente que está todo trasteado, falseado, engañoso. Muchos se aferran sólo a unas siglas —a veces por simple tradición familiar o por rebeldía también familiar—, empeñándose en que responden a lo que esas siglas representaban cuando nacieron o lo que todavía significan en sociedades menos complejas que las del mundo occidental. Casi siempre por interés personal o, en el más comprensible de los casos, por pasiones viscerales.

Por poner un solo ejemplo, propio del día en que escribo. Los saharauís, únicos mayormente musulmanes que han probado repetidamente su cariño a los españoles, han sido casi continuamente traicionados por todos los gobiernos. ¿De derechas o de izquierdas? De todos. ¿O es que en eso no hay derechas o izquierdas? Hay el interés nacional, si se quiere llamar así. Pero entonces, ¿se es de derechas o de izquierdas con lo que pasó y ahora pasa en Afganistán? ¿También el interés nacional? ¿No será, más claramente, la simple conveniencia electoral?

Escuchaba hace unos días a un compañero al que admiro y retirado, como tantos, de la primera línea del periodismo, decir que la derecha española es fanática y la izquierda, sectaria. Él ha pasado largo tiempo por ser de izquierdas, y aún sigue sintiéndose así. "Estoy convencido —añadía— de que los que tratamos de razonar en vez de adscribirnos al fanatismo o al sectarismo, sobramos. Ya se encargan de eliminarnos los adscritos".

Estoy deseando que desarrolle su idea en esta revista y saber si resulta tan convincentemente triste como parece

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domingo, marzo 11, 2007

TRES AÑOS

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Ahora si voy a hacer deporte

Siempre he sido vaga para practicar deporte, pero hoy he jugado un partido de dobles a tres juegos, y he ganado dos. Después he estado jugando al beisbol, se me da mejor batear que lanzar. Luego he hecho tres hoyos en un green de golf, me he dado de leches boxeando y por último para relajarme he jugado a los bolos.

Y todo eso sin salir de casa gracias a mi WII. Y el que diga que eso no es hacer deporte, está retado a echar un partidito en el salón de mi casa.

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sábado, marzo 10, 2007

prueba

Escribiendo
d esd e la wi i

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viernes, marzo 09, 2007

Amnesia

Llegó el viernes y suspiró aliviado, por fin tenía tiempo para sí mismo. A las siete sonó el reloj y despertó en lunes.
No encontró resquicios del fin de semana

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jueves, marzo 08, 2007

8 de marzo




Gracias al insigne Forges

martes, marzo 06, 2007

Andrea del Rosario ¡Manifiéstate!

¿Quién eres Andrea del Rosario? ¿Nos conocemos? ¿Porqué insistes en agregarme a Tagged? Que no tengo ni idea de que es.

¿Alguien de los aquí reunidos conoce a Andrea del Rosario?

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domingo, marzo 04, 2007

Un día cualquiera

“Administraciones …¿Dígame? Buenos días…sí, espere un momento que voy a entrar en sus datos y le tomo nota de la domiciliación “. La primera llamada del día se salda sin problemas, la señora que llama sólo quiere dar sus nuevos datos bancarios. Se despide con amabilidad y continuo con mi tedioso trabajo. A a las diez en punto suena el timbre de la puerta. Abro y me encuentro con mi vecino de despacho que viene a tomar su habitual taza de café.
Mientras comienzo el ritual de preparación del café (sacar los vasitos de cartón, echar sacarina y leche en el de Isidoro, leche y azúcar en el mío, leche en el de Julián y dejar otro por si viene Miguel) Julián, como casi todos los días, le dice a Isidoro:
-Una preguntita…
-¡Joder macho, con las preguntitas!- Le contesta Isidoro, aparentando que le molesta.
-A ver, es muy facilita-sonríe Julián.
-Bueno, eso lo tendré que decir yo ¿No te parece?
-¡Vale! Una comunidad aprueba en junta…… -Isidoro escucha concentrado y cuando termina la exposición, con aire suficiente le contesta.
-Pues mira, lo primero es que un propietario no tiene la obligación de abonar recibos extraordinarios…
La conversación se interrumpe con la llegada del viejo abogado del 2º 1. Es un hombre de casi ochenta años, irascible, soberbio y egocéntrico. No le interesa nada más que lo que él piensa, siente o dice. Lo que digan o piensen los demás le entra por un oído y le sale por el otro.
Así siguiendo su tónica, entra en el despacho como un mihura y con su peculiar estilo saluda:
-¡Buenos días! ¿Habéis oído lo que ha dicho el cabrón de “vuestro presidente”?
Yo, como se que esa pregunta puede traer consecuencias no deseadas, hago “mutis por el foro” y me vuelvo a mi despachito intentando no escuchar las atrocidades que salen por su boca, y continuo con mi trabajo.

-¿Habéis cerrado todo?-La pregunta de Julián me saca de mi ensimismamiento y compruebo en la pantalla del ordenador que son las dos de la tarde. Hora de comer, así que cerramos todos los programas y nos vamos al restaurante.
Al llegar allí, nos recibe Manuel detrás de la barra, a la que casi no podemos acercarnos ya que el bar está repleto de gente.
-¿Lo de siempre?-Nos pregunta Manuel mientras pone aperitivos y controla a los que esperan.
-¿Hay para mucho, Manolo?-preguntamos nosotros.
-Teneis delante cinco-Nos informa Manuel-Así que ¿Os pongo algo?
-Un vino y un vermuth-le pedimos.
Quince minutos después, Marta nos indica con un gesto que pasemos al comedor. Según entramos saludamos a los habituales sentados a las mesas. Julián roba una patata frita de un plato y Marta comenta-¡Siempre igual, robando patatas!

Nos sentamos y Marta viene a tomarnos nota. Tapándose la cara con la carta, me mira y me dice-Hay cuaresma ¿Os guardo una?- Yo sonriendo, niego con la cabeza, Julián cabecea arriba y abajo- Para mi no Marta, las torrijas una vez a la semana, que cuando llegue Semana Santa he engordado tres kilos.

Comemos mirando de vez en cuando el televisor sin sonido e imaginando la noticia. Al terminar “la cuaresma” Marta aparece con los cafés y con los chupitos.

A la mesa se acerca Paco “Joder macho, en el otro comedor está vuestro amigo Tomás armando una bulla “quepáqué”. Ha salido el etarra en la tele y se ha puesto a desproticar como siempre. Algún día le van a partir la cara”.
“La pena es que no se la hayan partido ya” le responde Julián quitándome las palabras de la boca.

Con la pereza instalada en nuestros cuerpos volvemos hacia Sol, sorteando a los turistas y viandantes ociosos, y esquivando algún que otro encontronazo con la gente. ¡Andar por Madrid es peligroso! Muy pocos intentan no chocar contra el que viene de frente, es demasiado esfuerzo hacer una finta para no darle un codazo a alguien.

Son las siete, hoy me voy en metro. Tengo por delante una hora de viaje, de Sol a Príncipe de Vergara y allí transbordo a la línea nueve. El primer tramo es rápido en seis o siete minutos hemos llegado a Príncipe de Vergara. Después un largo pasillo hasta llegar al andén de la nueve. A estas horas el metro va lleno pero es posible encontrar algún asiento libre.

Hoy no es ese día, todos están ocupados. Me acerco a una línea de asientos donde están, un hombre, una mujer y una niña pequeñita como de dos o tres años, sentados. Cuando yo era joven, si algún niño iba sentado en los asientos y llegaba una persona mayor, el padre o la madre enseguida lo levantaban para dejar el asiento libre. Pero hoy, si se me ocurriera decirle a la madre “Señora, ¿Quiere coger a su niña en brazos? Me armarían la “de Dios”. Así que, me apoyo en la pared y me pongo a leer mi libro “Historias de Nueva York” de Paul Auster. Ya tengo ganas de terminarlo, llevo más de dos meses con él, dejándolo abandonado cuando encuentro otro que me subyuga más, como es el caso con el último de Almudena Grandes. Hoy no lo he traído porque me quedan apenas unas páginas y me sienta muy mal terminar un libro en el metro y estarme mirando al tendido hasta que llego a mi estación.

Hemos llegado a Sainz de Baranda y el hombre sentado a mi lado, se ha bajado, con lo que ocupo el asiento que queda libre al lado de la niña. Es muy morenita y anda hablando sola. No para en el asiento y su madre o quizás sea su hermana, ya que es muy joven, la regaña “Para quieta, ya párese” le dice con un acento hispanoamericano que no se definir muy bien.

La niña me mira y yo la sonrío, me gustan mucho los niños pero los que están bien educados. A los niños groseros, antipáticos, ñoños y consentidos los miro con mi cara de sargento y la mayoría responden, bien, quiero decir.

“¿Cómo te llamas?” le pregunto a la chiquitina. “Naiara” o algo parecido me responde. “¿Y cuantos años tienes? Me enseña dos deditos mientras la muchacha que va con ella sonríe, como todos sonreímos en esos casos.

En Vinateros se acercan a la puerta y desde allí, la pequeña me dice adiós con la manita. Yo la correspondo y le lanzo un beso con la mano, que ella me devuelve.

Sigo leyendo el libro hasta llegar a Puerta de Arganda, los trayectos se me hacen cortísimos cuando leo. De nuevo bajar de este vagón y correr a coger el de Rivas. Cómo este tren hace parte del recorrido al aire libre, por los campos aún sin edificar entre Vicálvaro y mi pueblo, veo el atardecer en toda su plenitud. En el cielo naranja destaca el sol ya pálido que cae lentamente, y al llegar a mi estación ya es de noche.

Quince minutos de paseo hasta llegar a mi casa; mi perro me recibe muy contento. Tengo que acariciarle y rascarle mientras voy dejando el bolso y el libro. Me cambio de zapatos y vuelvo a salir a la calle a darle su último paseo del día.

Hoy Julián volverá tarde. Tiene una junta de comunidad y no llegará antes de las diez. Así que después de pasar un rato en el ordenador jugando con mis amigos de Granada a un juego virtual donde yo soy una enana cabezona, “chapo” el ordenador y bajo a cenar.

A las nueve y cuarto llega Julián, el perro y yo le recibimos muy alborozados “¿Qué tal la junta?” le pregunto, “Bien, no ha habido ningún problema” me responde él cansado.

Cena, mientras yo veo un programa de humor en la tele y después se sienta a mi lado en el sofá. Mientras “zapeo” él se pone un whisky del que doy un pequeño sorbo, y tras una hora de vegetar mirando sin ver la tele, nos vamos a acostar.

Mañana es viernes ¡por fin! Sólo trabajamos hasta las dos. Después de comer nos vamos a casa y tenemos toda la tarde libre para hacer lo que nos apetezca. Bueno, eso es un decir porqué lo que nos apetece es no hacer nada, aunque algo habrá que hacer. ¡Seguro!.

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