El sermón de la montaña
Jesús paseaba por el Tiberiades refrescándose los pies. Los pececillos miraban desde abajo esas cosas que irrumpían su monotonía pensando en si morderlas o no, parecían un poco mugrientas.
En la orilla, Pedro hacía señales con los brazos, hasta que Jesús viéndole, se dirigió hacia él.
-Jesús, tío, date prisa que están todos esperando en la montaña para oir el sermón, y además están hambrientos.
-No te preocupes, mi buen Pedro. Después del sermón haré un pequeño milagro y saldrán panes y peces.
-¡Amos no me jodas, hombre! Saca unos buenos corderitos asados....
En la orilla, Pedro hacía señales con los brazos, hasta que Jesús viéndole, se dirigió hacia él.
-Jesús, tío, date prisa que están todos esperando en la montaña para oir el sermón, y además están hambrientos.
-No te preocupes, mi buen Pedro. Después del sermón haré un pequeño milagro y saldrán panes y peces.
-¡Amos no me jodas, hombre! Saca unos buenos corderitos asados....
Etiquetas: Irreverencias, Microrelatos
4 Comments:
jajajaja... es cierto! digo, si ya sacaba vino...
Jajaja, esta buenisimo!
Besos!
Arderás en los infiernos o, en su defecto, Esperanza Aguirre te llamara para pedirte tu voto.
Juas Javi, lo lleva claro la Espe.
Pues mira Lety, pensaba que no te iba a gustar este post.
El vino lo ponía Pedro, Xoco
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