domingo, agosto 06, 2006

El porqué de los dichos

No hay gran hombre para su ayuda de cámara

Se atribuye esta frase a madame Coruel, en cuyo célebre salón de Paris, sólo tenían entrada personas de reconocido ingenio y del que salieron no pocas frases felices.
Se encuentra después en las cartas de mademoiselle Aissé. No ha faltado quien la atribuya al Gran Condé, que cuando se fatigaba de oir elogios a su persona solía replicar: Id y preguntad a mi ayuda de cámara.
Pero con anterioridad a todos estos, el célebre filósofo francés Miguel de Montaigne en el tomo II de sus ensayos, y en el capítulo II, titulado Del arrepentimiento, escribió, refiriéndose a Agesilao
Tal fue para el mundo hombre prodigioso en quien su mujer y su lacayo ni siquiera vieron nada de notable; pocos hombre fueron admirados por sus domésticos; nadie fue profeta, no ya en su casa, sino tampoco en su país....




Del porqué de los dichos de José María Iribarren

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me encantan estas entradas sobre os dichos ;)

Felices vacaciones!

4:45 p. m.  
Blogger Atitel said...

Disfrutando las vacaciones =)

Besos!

8:17 p. m.  
Blogger Morgaana said...

hola majos, ando por aquí aún, pero estoy vaga :)fbldye

8:50 a. m.  

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