El adiós

Me tragué el orgullo y le envié una tarjeta de Navidad, una de esas tarjetas gratuitas de Internet. Estuve mucho rato buscando la indicada, de una página saltaba a otra, hasta que la encontré.
Pinchabas en la tarjeta y salía una imagen de dos manos unidas, con una leyenda que decía "Hemos pasado mucho tiempo juntos", volvías a pinchar y salía otra imagen con otra leyenda "Cuando necesité que me escucharas, tu estabas allí", y así varias imagenes con otras leyendas distintas, era la tarjeta ideal. Decía lo que yo sentía, pero que no quería decirle por teléfono, así que puse su dirección y la envié.
No tuve que esperar mucho rato su contestación. Su mensaje llegó con rapidez. Con mucha educación me daba las gracias por la tarjeta, pero, me decía con recuerdos no se alimenta una amistad. Le dí la razón en un nuevo mensaje y le deseé feliz año nuevo.
Mis sospechas se habían confirmado, sentí a la vez tristeza y satisfacción.
En el fondo somos muy parecidas, pero nos diferencia una cosa, yo no estoy enfadada con ella.