La Noche más triste

“Dedicado a Javi, parte del relato es tuyo“

La noche más triste del mundo” Raquel contemplaba el título del libro que le había llamado la atención entre todos los expuestos en los anaqueles de la pequeña librería, sin decidirse a llevárselo. El dependiente se acercó lentamente a ella y miró por encima de su hombro, esbozando una sonrisa.
-Extraño título, ¿verdad?-le comentó a Raquel recostándose en el anaquel.
-Pues sí- le respondió la muchacha, un poco sobresaltada- Es cierto que es extraño, ¿lo has leído? -Preguntó a su vez.
-No, no lo he leído, pero te lo podías llevar y contarme de que va, cuando lo leas- le dijo el dependiente. Raquel se sintió desconcertada –(vaya forma de ligar)-pensó, y le hizo gracia la desfachatez del hombre
-Me lo voy a llevar, lo que no se.... es si luego voy a volver a contártelo-Le dijo coqueta.
-No hace falta que vuelvas, toma-le tendió una tarjeta con el anagrama de la librería-detrás tienes apuntado mi móvil, me llamo Antonio. Y si pierdes la tarjeta, no tienes nada más que venir por aquí, ya sabes el horario-le dijo sonriendo guasón.
Raquel pagó el libro y salió a la calle, con las palabras de Antonio rondando su mente, no sabía porqué aquel hombre le parecía interesante, tendría que llamarle, aunque después fuera un fiasco como en otras ocasiones. No era la primera vez que un hombre le resultaba interesante en las primeras frases, y después, su conversación se reducía a las novias que había tenido o a la manada de caballos salvajes que vivían en el motor de su coche. Entró al metro y se dirigió a su línea, tenía por delante media hora larga de viaje, y al subir en el vagón con una rápida mirada descubrió un asiento libre. Se sentó y abrió el libro. Pasó de largo las citas, que nunca entendía y la dedicatoria, y fue directamente al capítulo uno."Cuando Ernesto entró en la sala del tanatorio dispuesto a pasar la noche velando a María, pensó que esa iba a ser la noche más triste del mundo" Así comenzaba el libro y Raquel se sumergió de lleno en él, tanto que tuvo que levantarse apresuradamente cuando se dio cuenta que había llegado a su estación, y que las puertas del vagón comenzaban a cerrarse. Raquel llegó a su casa, cenó con sus padres y haciendo un esfuerzo se quedó junto a ellos charlando un rato, después, dándoles un beso de buenas noches, fue a su habitación y continuó leyendo el libro. Al día siguiente le costó levantarse, tan sólo había dormido unas tres horas, dejó el libro cuando sus ojos fueron incapaces de permanecer abiertos. Durante los cinco días siguientes buscó cualquier oportunidad para seguir leyendo el libro hasta que por fin llegó al punto final. Con un suspiró cerró la tapa, y pensó que el autor del libro debía haber sufrido mucho para poder narrar de esa forma. A la mañana siguiente, colocando su bolso encontró la tarjeta de la librería y sonrío pensando en el dependiente. ¿porqué no llamarle? No iba a perder nada, únicamente algo de su tiempo libre. Marcó el número y reconoció su voz al responder
- ¡hola¡ soy Raq ... eh...la chica que compró un libro la semana pasada, no se si sabes quien soy-dijo atropelladamente
.-¡Claro que se quien eres, estaba esperando tu llamada. Has tardado poco en leer el libro-le contestó el hombre- ¿qué, quedamos y me lo cuentas?
Quedaron para aquella tarde en un café con aires de antiguo, cuando Raquel llegó el chico estaba esperando sentado ante una cerveza. Cuando Raquel se sentó a su lado, Antonio le preguntó
- ¿Qué te ha parecido el libro, te ha gustado?
Raquel empezó a hablar del libro explicándole a Antonio la extraña aventura del protagonista, lo hacía con los ojos encendidos por la pasión y cuando acabó la historia, miró al hombre y le confesó- Cuando terminé de leerlo, sentí a la vez tristeza y miedo....
Antonio la contempló detenidamente, y acercándose a ella le susurró
-Te voy a contar un secreto-hizo una pausa deliberadamente melodramática y continuó- La historia del libro está basada en un hecho real-concluyó con gesto enigmático
-¿y tu como lo sabes?¿no dijiste que no lo habías leído-preguntó Raquel intrigada.
-No lo he leído. No te he mentido, es que conozco al autor-le contestó Antonio.
-¡Ah si¡ pues es una historia tremenda ¿le ocurrió a él? Cuéntame...
-No le ocurrió a él, sino.... a alguien conocido. Después de escribir la historia el tipo que se la contó le amenazó. No lo había contado para que la difundiera-dijo Antonio-sino porque necesitaba liberar su remordimiento.
Raquel notó un cambio en Antonio, parecía enfadado. Le extrañó pero decidió no preguntarle el porqué de su enfado. Le estaba empezando a gustar y no quería incomodarle.
-El autor del libro, Javier Salas creo que se llama-Antonio afirmó con un gesto- Nunca había oído hablar de él. ¿ha escrito alguna cosa más- preguntó Raquel.
-No, ¡pobre¡-dijo Antonio compasivo-Después de la amenaza entró en una terrible depresión de la que aún no ha salido. Está en la Residencia Colmenar, ¿la conoces?
-Creo que sí- contestó Raquel, dudando- ¿no es una que está detrás de la iglesia que hay cerca de tu librería?
-Si, si, esa es-le confirmó Antonio-Y bueno, porque no hablamos de otra cosa, por ejemplo de ti.
Una hora más tarde, se despedían en la puerta de la librería, quedando en volver a llamarse. Raquel se dirigió hacia el metro y al pasar por la iglesia, recordó lo que Antonio le había dicho de la residencia. Su curiosidad la llevó a acercarse hasta allí. Contempló la entrada de la residencia y se acercó a la puerta. Había un cartel informando del horario de las visitas, faltaba más de una hora para que acabaran, y siguiendo un impulso entró. Preguntó por Javier Salas a la recepcionista, y después de mentirle, diciéndole que era una prima que estaba en la ciudad de vacaciones, consiguió que le indicara el camino de la habitación. Al llegar a la puerta cerrada, llamó suavemente, deseando en su fuero interno que no le contestaran, pero una voz masculina gritó-¡pase¡
Raquel entró y vio a un hombre joven, sentado en un sillón, que la miraba a su vez extrañado.
-Perdone, ¿es usted Javier Salas? Preguntó sin atreverse a entrar.
-Si soy yo. ¿quién es usted? Contestó levantándose del sillón.
-Yo he venido a ver a mi tía que está ingresada aquí, y como sabía que su libro me ha gustado mucho, me ha dicho que estaba usted aquí-mintió Raquel, mientras Salas la miraba dudoso
-Ya, pues su tia debe ser la única de esta residencia que sabe quien soy. ¿y que quiere que le firme un ejemplar? -dijo irónico el escritor.
-Pues no, porque no he traido el libro, pero vamos, que si lo hubiera traido estaría encantada de que me lo firmara-dijo apresuradamente Raquel.
-Pues entonces ¿qué es lo que quiere?
Raquel pensó que eso es lo que le gustaría saber, que es lo que quería de Javier Salas.
Avergonzada, le confesó- Alguien me ha dicho que el libro está basado en un suceso real, y la historia es tan..... ¡horrible¡, que el protagonista matara de esa forma tan cruel a su mujer, y que lo hiciera tan bien que no lo hayan descubierto, que...que no puedo creer que sea verdad.
-Pues lo es, se lo aseguro, es verdad-le confirmó Salas con semblante serio-¿pero quien le ha dicho que la historia es real..... –preguntó muy interesado.
-El dependiente de la librería donde lo compré-dijo Raquel, mirando al suelo.
-Ese dependiente....¿cómo se llama?-dijo Salas.
-Antonio, se llama Antonio-musitó Raquel.
-¡Maldito cabrón¡-gritó el escritor iracundo, Raquel retrocedió hasta la puerta asustada, sin atereverse a preguntar nada.
-Señorita, aléjese de ese hombre o acabará usted peor que yo-le aconsejó Salas.
-¿A que se refiere?-le preguntó Raquel, temiendo la respuesta.-
¿No se lo imagina? No es tan difícil; Antonio es el protagonista de la historia, él me la contó.-
¡No, no puede ser¡ ¡Está usted loco¡-gritó Raquel retrocediendo y abriendo la puerta de la habitación. Corrió hacia la salida de la clínica, y abrió la puerta con violencia. Salió al aire fresco de la noche y agitada respiró hondamente. Sintió un escalofrío en la piel, cuando una voz conocida susurró a su lado- Raquel......