Alto el fuego

El viernes después de estar todo el día de limpieza intensiva, dormimos de nuevo en nuestra cama.
Ayer no me podía ni mover de las agujetas, ya lo dice el refrán "Quién no está acostumbrado a bragas, las costuras le hacen llagas"

Y ahora estamos de bricolage armando la cocina. Se prevé terminarla antes de las Navidades, ya que tenemos un paréntesis en el puente del 6 de diciembre, porque nos vamos a Marsella.

Siempre me ha llamado mucho la atención Marsella al igual que Génova, quizá por ese punto canalla que tienen ambas ciudades. Espero llegar a Marsella, porque hemos comprado los billetes de avión en una compañía de las llamadas baratas, y tengo mis dudas de si volaremos o no.

Volviendo a la cocina, el habituarme a saber donde van a estar colocadas ahora las cosas, va a ser fácil ya que de momento estamos sin puertas y de un vistazo voy a encontrarlo todo. De momento hoy me dejan colocados los electodomésticos y el fregadero, así que ya no tengo excusas para cocinar.

Y lo cierto es que tengo ya ganas de ponerme el delantal y hacer comiditas, porque estas tres semanas han sido un poco caóticas para las comidas. Procuro casi siempre que las comidas sean equilibradas, y no cenar carne si la he comido. Pero, al estar en casa ajena he tenido que cenar lo que me ponían y me he descontrolado un poco.

Así que si los hados no lo impiden, a partir de mañana volveremos a nuestra rutina. ¡Alabada sea la rutina!


Algún día iré a Génova.