Microcuento

Cunado entró en casa, yo estaba en la cocina preparando la cena. Me extrañó que no diera un portazo como siempre, y que no voceara ¡Ya he llegado! como siempre. Estas dos nuevas pautas en su conducta habitual, me hizo sospechar que algo extraño ocurría.
Asomé la cabeza por la puerta del salón, y le ví sentado en el sillón, mirando sin ver la televisión encendida.
Me acerqué hasta él y puse una mano en su hombro. “¿Qué te pasa?” le pregunté preocupada. “Siéntate” me contestó sin mirarme, lo cual me preocupó aún más.
“Dime lo que sea, pero dímelo ya” le exigí con el corazón en un puño.
La mujer interrumpió la confesión para mirar al comisario que escuchaba sin perder palabra- “No pude evitarlo señor comisario. Cuando me dijo que tenía acertados todos los números de la bonoloto, y que ¿Qué iba a hacer él ahora? ¡Qué como ahora era rico, tendría que votar al PP¡ ¡No tuve por menos que darle con la sartén!