Marseille et moi
Marsella, ¡oh Marsella! ¡Que poco te he visto y cuánto me has hecho sufrir!
Y sí, hemos visto poco de Marsella, no hemos tenido tiempo. Entre comidas interminables y viajes en coche por la ciudad se nos han pasado los cinco días en un suspiro.
El viaje de ida comenzó con una hora de retraso, el vuelo fue rápido y cuando llegamos nos esperaban Dedé y Roland. Otra hora de coche hasta llegar a su casa. Cena y charla hasta la 1 de la madrugada.
Al día siguiente comenzaron las visitas familiares y ya no pararon hasta el domingo. En todas las casas donde hemos ido a comer o a cenar, nos han agasajado como si fuéramos príncipes y nos han cebado como si fuéramos cerditos en epóca de Navidad, en toda menos en una, que casi que se lo agradecimos porque nos fuimos bastante ligeros a dormir.
Entre comida y comida hicimos alguna escapada con Dedé como guía por Marsella y los alrededores.
Marsella es una ciudad retorcida en si misma, el ir de un sitio a otro en coche es una aventura. Sus calles son estrechas y antiguas, salvando alguna que otra avenida. Te eternizas para llegar a cualquier sitio.
No sabría decir que es lo que me ha gustado de Marsella, quizá las vistas dede Notre Dame, el cariño que hemos recibido de todos, o los paisajes y entornos que hemos visitado, el caso es que he vuelto feliz de haber estado allí.
¡Gracias cousins!
Y sí, hemos visto poco de Marsella, no hemos tenido tiempo. Entre comidas interminables y viajes en coche por la ciudad se nos han pasado los cinco días en un suspiro.
El viaje de ida comenzó con una hora de retraso, el vuelo fue rápido y cuando llegamos nos esperaban Dedé y Roland. Otra hora de coche hasta llegar a su casa. Cena y charla hasta la 1 de la madrugada.
Al día siguiente comenzaron las visitas familiares y ya no pararon hasta el domingo. En todas las casas donde hemos ido a comer o a cenar, nos han agasajado como si fuéramos príncipes y nos han cebado como si fuéramos cerditos en epóca de Navidad, en toda menos en una, que casi que se lo agradecimos porque nos fuimos bastante ligeros a dormir.
Entre comida y comida hicimos alguna escapada con Dedé como guía por Marsella y los alrededores.
Marsella es una ciudad retorcida en si misma, el ir de un sitio a otro en coche es una aventura. Sus calles son estrechas y antiguas, salvando alguna que otra avenida. Te eternizas para llegar a cualquier sitio.
No sabría decir que es lo que me ha gustado de Marsella, quizá las vistas dede Notre Dame, el cariño que hemos recibido de todos, o los paisajes y entornos que hemos visitado, el caso es que he vuelto feliz de haber estado allí.
¡Gracias cousins!
Etiquetas: Cosas que pasan
3 Comments:
Bellísimas fotos, dan ganas de estar ahí. Entré a tu antigua página y de allí me vine. Felicitaciones por volver a Blogger.
Un abrazo
gracias Ana y bienvenida
Qué ganas de estar por allá!
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