Descubrimiento

Mi padre entró en mi habitación como era su costumbre, abriendo la puerta de un portazo, y como era su costumbre, comenzó a gritarme mientras se acercaba a la mesa donde yo estaba estudiando.

-¡Tu madre acaba de confirmarme lo que ya sabía desde hace tiempo¡ ¡Que tengo un hijo gilipollas!-me dijo, dándome un bofetón en la cabeza.

-¡Te he dicho mil veces que no quiero un sólo suspenso, aunque sea en gimnasia¡ ¡Sobre todo en gimnasia!-me gritó, salpicando mi cara con su saliva.

Me encogí en la silla, mientras musitaba un "papá" asustado, pero me interrumpió antes de poder terminarlo.

-¡Te voy a meter interno en un colegio a ver si espabilas!-dijo zarandeándome-¡Te enteras estúpido¡

En ese momento oí la voz suave de mi madre desde la puerta- Enrique, deja al chico y ven a la cocina, por favor.

-¡Cállate imbecil- gritó mi padre volviéndose hacia ella-estoy hablando con el subnormal de tu hijo.

-Enrique, ¡ven¡-El tono de voz de mi madre,inusual en ella, consiguió que mi padre me dejara en paz, y la siguiera.

Me levanté de la silla y me acerqué sin hacer ruido a la cocina, que tenía la puerta cerrada. Me agaché hasta la mirilla y los espié.

Mi padre estaba sentado a la pequeña mesa y miraba a mi madre, que estaba de pie y con los brazos cruzados, en una actitud retadora muy extraña en ella.

-¡bueno, que coño quieres - preguntó mi padre, dándole un tiento a la botella de cerveza que tenía en la mano.

-Te dejo-dijo mi madre suavemente.

Me sorprendió que mi padre no se levantará como una fiera de la silla y se abalanzara sobre mi madre, pero lo que más me sorprendió es ver en sus ojos algo desconocido para mi, lágrimas.